domingo, julio 22, 2012

Ketzalkoatl





A Ketzalkoatl, dios tolteca de los vientos(*), tercer hijo de la pareja divina Ometekuhtli y Omeciwatl, Señor y Señora de la dualidad, se lo representaba con vestido plateado como los rayos de Selene, con medialuna en el pecho, cubierto con la máscara sagrada; en la mano izquierda, el chimalli, en el cual se dibuja el símbolo de la estrella de la mañana; en la mano derecha, el makuauwitl para la lucha.

En otra de sus representaciones, esta deidad aparece en medio de las nubes como el lucero del amanecer. Lleva un solo ceñidor en la cintura y en la espalda un lienzo con dos cruces de brazos iguales. En uno de sus jeroglíficos aparece con la cabeza y las orejeras de discos, bozo de disco en la nariz, y en los carrillos, triples discos en medio de los cuales se dibujan dos cruces de malta.

Ketzalkoatl es el Cristo Cósmico nawa que en el año Ce Akatl (895) encarnó en el hogar de Iztakmixkoatl y Chimalma. De naturaleza mística y austera, muy joven comenzó a practicar el ayuno y la penitencia. A los treinta años fue nombrado gran sacerdote y monarca de Tollan (Tula, Estado de Hidalgo). Otro de los anales toltecas dice: «Desterrado de su patria, volvió a ella después de muchos años trayendo desde países lejanos una civilización muy adelantada y una religión monoteísta de amor para todos los hombres». Otra de esas crónicas dice: «Llegó a Tollan por Pánuco, venía del mar sobre un madero, era blanco y barbado, y portaba túnica bordada con pequeñas cruces rojas».

Como instructor, los nawas lo representaban con mitra de oro forrada con piel de tigre y plumas de ketzalli, sobrepelliz vistosamente adornada y orejeras de turquesa; collar de oro del cual penden diminutos y preciosos caracoles marinos; capa de plumas de ketzalli figurando llamas de fuego y kaktli de piel de tigre de cuyas anchas correas, que cruzándose suben hasta arriba de las pantorrillas, cuelgan caracolillos marinos; en la mano izquierda, escudos con estrella de cinco puntas en el centro; en la derecha, cetro de oro con piedras preciosas.

Les enseñó a cultivar la tierra, a clasificar a los animales, a tallar las piedras preciosas, la fundición de metales, la orfebrería y la cerámica. Les enseñó astronomía y el uso del calendario. Prohibió la guerra y los sacrificios humanos y de los animales; los sacrificios habían de ser de pan, de flores y de kopalli. Prohibió el homicidio, el robo, la poligamia y todo mal entre los hombres.

Magia Cristica Azteca
Samael Aun Weor

jueves, julio 12, 2012

TEPEU K´OKUMATZ

      
Tepeu K´Okumatz es, entre los aztecas, al Anciano de los Días. El Anciano de los Días es andrógino, es decir, masculino y femenino al mismo tiempo. El Anciano de los Días es el Padre en nosotros. Así, pues, Tepeu K´Okumatz es el Ser de nuestro Ser, la primera y última síntesis de nuestro Ser. El Anciano de los Días es la primera emanación del Absoluto. En el fondo de la Conciencia de cada hombre hay un Anciano de los Días.
La cabellera del Anciano de los Días tiene 13 bucles; si sumamos entre sí esta cantidad tendremos 1+3=4. 1 es es el principio masculino, fuego; 2 es el principio femenino, agua; es es el Hijo de la creación universal. La creación más la unidad de la vida es igual a 4; 4 es el Santo Tetragrammaton y este es el nombre del eterno Yod He Vau He. La barba del Ancíano de los Días tiene trece mechones y representa al huracán, a los cuatro vientos, al soplo, a la palabra. Los cuatro vientos son el Yod He Vau He. El Anciano de los Días es la bondad de las bondades, lo oculto de lo oculto, la misericordia absoluta. El mantram PANDER nos permite llegar hasta el Anciano de los Días y esto es posible con la meditación profunda.
En el mundo de Aziluth hay un templo maravilloso donde se nos enseña la majestuosa presencia del Anciano de los Días. Para realizar al Anciano de los Días en nosotros mismos tenemos que realizar totalmente, dentro de nosotros, al número 13. Necesitamos una muerte suprema y una suprema resurrección.
El Anciano de los Días mora en el mundo de Kether; el jefe supremo de ese mundo es el ángel Metratón, ese ángel fue el profeta Enoch. Con su ayuda podemos entrar en el mundo de Kether durante la meditación profunda. El discípulo que quiera penetrar en Kether, durante sus estados de meditación profunda, rogará al ángel Metratón y será ayudado.
La diosa azteca de la muerte tiene una corona con 9 cráneos humanos; la corona es el símbolo del Anciano de los Días, el cráneo es la correspondencia microcósmica del Anciano de los Días en el hombre. Realmente, necesitamos de una muerte suprema de la personalidad humana; la personalidad humana debe morir. Necesitamos de una suprema resurrección para realizar al Anciano de los Días en nosotros mismos.
En el mundo de Kether comprendemos que la gran Ley rige a todo lo creado. Desde el mundo del Anciano de los Días vemos a las multitudes humanas como hojas arrastradas por el viento. El Gran Viento es la Ley terrible del Anciano de los Días, Vox Populi Vox Dei. Una revuelta social, contemplada desde el mundo del Anciano de los Días es una ley en acción. Cada persona, las multitudes enteras, parecen hojas desprendidas de los árboles, arrasadas por el viento terrible del Anciano de los Días.
Las gentes no saben de éstas cosas, las gentes sólo se preocupan por conseguir dinero y más dinero. Esa es la pobre humanidad doliente: míseras hojas arrastradas por el Gran Viento, míseras hojas llevadas por la Gran Ley.
El Anciano de los Días es nuestro auténtico Ser en su raíz esencial, es el Padre en nosotros, es nuestro verdadero Ser.
Nuestros discípulos deben ahora concentrarse y meditar muy hondo en el Anciano de los Días. Durante la meditación deben provocar el sueño voluntario. Así podrán llegar a la iluminación muy profunda.
Que la paz reine en todos los corazones. No olvidemos que la paz es una esencia emanada desde el Absoluto, es luz emanada desde el Absoluto, es la luz del Anciano de los Días. Cristo dijo: "Mi paz os dejo, mi paz os doy".
Magia Cristica Azteca
Samael Aun Weor

domingo, julio 01, 2012

La Meditacion En los Siete Cuerpos



En las antiguas escuelas de misterios aztecas, después de las pruebas a las que eran sometidos los candidatos, estos podían pasar a trabajar directamente con la serpiente emplumada. No queremos decir con esto que usted haya pasado victoriosamente sus pruebas, eso lo veremos más adelante. Mientras tanto, vamos a seguir trabajando con la meditación.

La meditación es el pan del sabio. Cuando el sabio medita busca a Dios, busca información o busca poder. Cinco son las claves de la meditación.
1.- Postura cómoda.
2.- Mente en blanco.
3.- Concentración.
4.- Introversión.
5.- Extasis.

Sentado en la postura más cómoda para usted, concéntrese en su cuerpo físico y, después de examinarlo atentamente y comprobar que usted no es ese maravilloso vehículo suyo, deséchelo de su mente diciendo: Yo no soy mi cuerpo físico.
Concéntrese en su cuerpo etérico, identifíquelo y, después de observar atentamente su bellísima luminosidad que sobresale del cuerpo físico formando un aura multicolor y comprobar que usted no es ese su segundo cuerpo, deséchelo de su mente diciendo: Yo no soy mi cuerpo etérico.
Adéntrese más en usted mismo y concéntrese primero en su cuerpo astral y después en su cuerpo mental. Estos cuerpos son las dos columnas de los templos masónicos: Yakin y Boaz, cuya base fundamental es la piedra cúbica de Yesod, el cuerpo etérico. Concéntrese bien en estos dos cuerpos y, después de comprobar que usted no es ninguno de ellos y que sólo son dos más de sus instrumentos de expresión, deséchelos de su mente diciendo: Yo no soy mi cuerpo astral. Yo no soy mi cuerpo mental.
Despójese de sus cuatro cuerpos de pecado al llegar a esta etapa de su meditación y pase por en medio de las dos columnas -blanca y negra- del templo que es su cuerpo viviente y en las cuales está escrita con carácteres de fuego la "palabra de pase": INRI. Descomponga esta palabra en dos sílabas y vocalícelas una inmediatamente después de la otra así:
IIIIIIIIIINNNNNNNNNN-RRRRRRRRRRIIIIIIIIII
A continuación sálgase a vagar por el mundo de la niebla de fuego sin sus cuatro vehículos materiales.
Regrese a su cuerpo para seguir trabajando, concéntrese nuevamente en la columna negra de su templo viviente, su cuerpo astral, trate de escuchar el agudo canto del grillo del que hablamos en el capítulo IV -agudo canto que es la esencia de la palabra perdida INRI- y sin dejar de escuchar ese agudo canto, que ahora sale de entre las celdillas de su cerebro, concéntrese en la columna blanca, su cuerpo mental.
No se detenga, siga meditando. Concéntrese en su cuerpo de voluntad hasta que tenga conciencia del mismo y, cuando haya comprobado que usted no es ese otro de sus cuerpos, deséchelo de su mente diciendo: Yo no soy mi cuerpo de voluntad.
Dé un paso más en su meditación. Concéntrese en su cuerpo de conciencia, identifíquelo y comprueba que usted no es él, que se trata de otro de sus maravillosos vehículos de expresión, y deséchelo diciendo: Yo no soy mi cuerpo de conciencia.
Entonces preguntará usted: ¿Quién soy yo? Una voz muy queda y dulce le contestará: Tú eres yo, el Intimo, el reflejo del yo Cristo, tú y yo somos uno. En ese momento trate de identificarse con su Cristo Interno; siéntase ser El; dígase: Yo soy El... Yo soy El... Yo soy El...

Al alcanzar ese estado de conciencia pronuncie mentalmente el mantram PANDER; descomponga este mantram en dos sílabas y pronúncielas una inmediatamente después de la otra alargando el sonido. Este mantram le ayudará a identificarse con su Cristo interno.
 
Magia Cristica Azteca     Samael Aun Weor